La leyenda de Madam Koi Koi, la maestra siniestra
La noche acecha en el internado y las desapariciones ya son moneda corriente. Lo único que se sabe: no desobedezcas a esta maestra terrible que juró venganza. ¿Mito o realidad?
Noche de terror en el internado
Makena fue la primera en desaparecer. Las autoridades del internado para niñas Nassouri, en el sur de Ghana, no le dieron importancia. La joven tenía catorce años y probablemente había escapado con un noviecito.
Cuando se reunieron por la noche a comentar lo sucedido, Naana, Kenia y Alika convinieron en que no era una historia tan descabellada. Muchas niñas dejaban la institución, hartas del encierro y la monotonía. Pero había algo extraño en la ausencia de Makena, por lo general una muchacha retraída y no demasiado agraciada. Una alumna que decía haberla visto por última vez, aseguró que Makena había entrado a uno de los baños del piso superior y nunca volvió a salir. Preocupada después de unos minutos, la alumna abrió la puerta y no encontró a nadie allí dentro.
Las tres amigas, apenas un año más jóvenes que la desaparecida, iban a todos lados juntas. Naana era la más fuerte y valiente; Alika, por su parte, era muy hermosa aunque un tanto frívola; Kenia, de modales suaves y delicados, era la que mantenía al grupo unido. Entre todas se complementaban y así es como se habían ganado la admiración de sus compañeras y el respeto de maestros y directivos. Por esta razón, les estaba permitido compartir una habitación exclusiva para las tres, mientras que el resto de las alumnas debían conformarse con convivir con amigas y enemigas por igual.
De la desaparición de Sena no se conocieron detalles, pero los rumores que corrían por los pasillos hablaban de gotas de sangre junto a su cama. Una vez más, en el internado actuaron como si nada hubiera ocurrido y las clases se desarrollaron como de costumbre. Sin embargo, Naana no estaba conforme con la historia oficial. Así se lo comunicó a sus amigas, ni bien estuvieron solas. A la luz de una vela, no querían llamar la atención y que las reprendieran por estar despiertas tan tarde, la más corajuda del grupo expuso su teoría, pero Alika y Kenia no dieron crédito a sus sospechas.
—Se trata de Madam Moke, estoy segura. —dijo Naana con un brillo en los ojos. Las otras dos la miraron desconcertadas. —Es la maestra malvada de la secundaria Zuri. Bueno, su fantasma para ser exacta.
Alika no quería saber nada de fantasmas y le reprochó a su amiga que quisiera asustarlas. Kenia intentó calmarla y le suplicó a Naana que no prosiguiera.
—Mi abuela me contó la leyenda cuando era una niña. —continuó Naana sin hacer caso a Kenia. —Moke acecha a los alumnos que no le agradan y los hace desaparecer. Se manifiesta como un zapato de tacón rojo.
—Por lo menos tiene buen gusto, —dijo Alika entre irónica y atemorizada.
—Tenemos que investigar. —insistió Naana.
—No, no. No parece una buena idea. —Kenia no sabía cómo mantener el equilibrio entre el reparo de Alika y la audacia de Naana.
—Vamos.
—¿Esta noche? No deberíamos… —quiso protestar Kenia.
Pero Naana ya se había puesto los zapatos y estaba haciendo señas desde la puerta.
Las tres amigas recorrieron los pasillos en penumbra. Iban en puntas de pie, cuchicheando sólo si era absolutamente necesario decirse algo. No sabían qué estaban buscando exactamente, pero Naana parecía estar muy segura de su plan.
Dieron vueltas por todo el edificio y no encontraron nada.
—¿Ven? —dijo Kenia en voz baja, más por no ser descubiertas que por respeto al fantasma. —No hay nada que temer, no estamos en una escuela embrujada. No tuvo tiempo de reírse de su ocurrencia cuando escucharon un ruido del otro lado del pasillo. Koi, Koi.
El sonido era inconfundible: el golpe seco de un tacón de madera sobre el cerámico. Las niñas se quedaron estupefactas, no muy seguras de si era preferible permanecer inmóviles o salir corriendo.
Koi, Koi. Volvió a escucharse. Naana les hizo señas para que la siguieran. Dieron la vuelta y ahí estaba. Al final del pasillo, un hermoso zapato rojo. Alika quedó hechizada ni bien lo vio. Kenia la tomó del camisón, debían correr en dirección opuesta. Pero era demasiado tarde. Alika estaba caminando hacia el bonito zapato, como poseída.
—¡Alika! —gritaron Naana y Kenia al unísono.
La muchacha, tan bella como vanidosa, no pudo resistirse a semejante espejismo. Dio los cuatro pasos que la separaban del tesoro y cuando quiso tomarlo se desvaneció ante los ojos atónitos de sus dos mejores amigas.
La leyenda urbana que estremece a los escolares africanos
En la cultura africana, Madame Koi Koi es un fantasma que acecha dormitorios, pasillos y baños en los internados. Se cree que la leyenda proviene de la historia de una maestra que castigaba severamente a sus alumnos. Un día, en el camino de vuelta a casa, sufrió un accidente. Antes de morir juró venganza, y desde entonces aparece por las noches para castigar a los estudiantes que no obedecen.
A menudo, se la describe como una mujer bella que viste un único zapato de color rojo. En cada uno de los países africanos que cuentan esta historia el fantasma tiene distintos nombres:
- Madam Koi Koi en Nigeria
- Madam Moke en Ghana
- Miss Konkoko en Tanzania
- Pinky Pinky en Sudáfrica
El nombre Koi Koi tiene su origen en el sonido que hacen sus tacones al caminar, mientras que el nombre ghanés Moke significa en esa cultura “tacones altos”.